"'It's still the same old story, a fight
for love and glory, a case of do or die."
De
repente, amaneció en Casablanca, siendo Ilsa Lund, pero sin la belleza de
Ingrid Bergman en el rostro y alejada de los encantos árabes de Marruecos. Quedaba
sólo el blanco y negro, y la sensación de derrota cinematográfica. Reproducía 'As time goes by', cantaba, recordaba
que ya conocía de antemano el final de su película.
«¿Será
que no nos amamos suficiente?», le preguntó a su Rick, mientras él fumaba y
llevaba la nacionalidad de borracho en el bolsillo. «¿Acaso no has visto
Casablanca? A veces hay que hacer lo que hay que hacer», le respondió,
ocultando su dolor tras su fachada de inquebrantable frialdad.
No
sonaba la Marsellesa, no merecía la gran pantalla; tampoco había Segunda Guerra
Mundial en juego, la única guerra era consigo misma. Lo sabía, tenía que
decidir entre quedarse en el bar con Rick o montarse en el avión para alcanzar
algo más grande. Escoge: el amor o la grandeza.
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